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Paul Stanley

A primera vista, Stanley Bert Eisen (1952), un muchacho judío de clase obrera de Queens (Nueva York), no parecía el candidato más ideal para el megaestrellato roquero. Y no sólo porque tuviera uno de los nombres menos pegadizos de la historia del rock, sino porque nació con una deformidad en la oreja derecha que le dejó sordo por ese lado. Esta deformidad le causó un profundo daño psicológico que convirtió su infancia durante los años cincuenta en un periodo traumático, agravado por el trato distante que caracterizaba a su familia disfuncional. La necesidad por llenar este vacío emocional dio como resultado un feroz empeño por reinventarse. Con el rostro cubierto de maquillaje y su oreja deforme oculta bajo una cascada de rizos, se metamorfoseó en Paul Stanley: el altanero, contoneante y seguro de sí mismo Starchild de KISS.
Como guitarrista, cantante y compositor de la banda que fundó en 1974 junto a Gene Simmons, Ace Frehley y Peter Criss, Stanley iba a convertirse en uno de los rostros más reconocibles de la historia del rock and roll, un proyecto marcadamente influido por su interés en las artes visuales (estudió diseño en la High School of Music & Art de Nueva York y diseñó personalmente el reconocible logo del grupo). Resulta difícil estimar hasta qué punto nuestra idea actual de lo que debe de ser un concierto de rock quedó establecida por sus primeras giras, en las que la abundancia de pirotecnia, los escenarios, los disfraces y otros elementos teatrales llegaron a tener tanta o más importancia que la música. De igual modo, su uso pionero de la mercadotecnia como herramienta para generar ingresos al margen de las discográficas acabó convirtiéndose en el modelo a seguir por prácticamente toda la industria. A pesar de que la formación clásica de KISS no sobrevivió a los primeros ochenta, la banda ha seguido en activo hasta bien entrado el siglo XXI, bajo la férrea supervisión de Stanley y Simmons, habiendo grabado un total de veinte álbumes de estudio entre 1974 y 2012 y media docena de directos oficiales.
En 1999, Stanley obtuvo el papel de El Fantasma en la producción del musical El fantasma de la ópera en Toronto. El espectáculo recaudó en torno al millón de dólares semanales durante los seis meses que permaneció en cartel. En 2001, retomó su pasión por la pintura, que ha seguido practicando desde entonces, sumando varias exposiciones y más de diez millones de dólares en ventas. Vive en Beverly Hills con su esposa, Erin, y sus tres hijos: Emily, Sarah y Colin.

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