Durante los años transcurridos entre el final de la Segunda Guerra Mundial y la irrupción de la televisión como medio de masas, el entretenimiento más popular entre los jóvenes de Estados Unidos fue el cómic. En los quioscos y confiterías de todo el país, centenares de cabeceras competían entre sí por conquistar la atención de sus posibles lectores. Su principal reclamo eran las coloridas, imaginativas, sorprendentes y, en ocasiones, brutales portadas mediante las que algunos de los artistas más destacados y singulares de la época —ilustradores e historietistas como L. B. Cole, Matt Baker, Lee Elias, Joe Doolin, Jack Kirby, Don Heck, Bernard Baily y Maurice Whitman entre otros— marcaron a toda una generación de lectores y futuros autores. Si uno quiere entender (que no condonar) por qué los cómics se convirtieron en el objetivo predilecto de grupos eclesiásticos, intelectuales de salón, reformistas sociales, amas de casa melindrosas, profesores, psicólogos e incluso candidatos a la vicepresidencia, sólo tiene que echarle un vistazo a aquellas portadas. Es justo lo que hemos querido hacer con esta edición especial.
Esta caja limitada y numerada de 500 ejemplares, con cubierta de Ata Lassalle, incluye dos libros: la edición normal de La plaga de los cómics, de David Hajdu, más un volumen complementario titulado Los cómics de la plaga que reúne más de 450 portadas de aquellos tebeos anteriores a la imposición del Comics Code, agrupadas por género: crimen, romántico, bélico, selvático… y, por supuesto, de terror. Un verdadero festín para los aficionados a la ilustración y el diseño.
«El habitual desfile de invitaciones a la perversión sádica y la violencia gratuita. Ni el más generoso espíritu crítico podría calificar los textos de los cómics como literatura, ni sus ilustraciones como arte».
— Fredric Wertham
«Los tebeos de los 50 siguen siendo para mí el epítome del horror, esa emoción que subyace bajo el terror; una emoción ligeramente menos refinada porque no pertenece únicamente a la mente. También provoca una reacción física».
— Stephen King
«Los historietistas underground crecimos enamorados de aquellos tebeos tan locos. Encima estaban prohibidos, lo que los hacía aún más interesantes».
— Robert Crumb
«Me encantan los cómics porque, cuando yo era niña, en los años cuarenta, eran justo lo que se suponía que los críos no debíamos leer, por perjudiciales».
— Margaret Atwood