Casi todo el mundo conoce tres detalles sobre William Burroughs: fue yonqui, escribió El almuerzo desnudo, mató a su mujer. Lo que no todo el mundo sabe, sin embargo, es hasta qué punto su vida traza una historia secreta del siglo XX (como muestra un par de botones: su tío materno fue relaciones públicas de Hitler y su hijo fue operado por el «inventor» de los trasplantes de hígado) o hasta qué punto llega a ser profunda y persistente su huella en las artes. Amigo y mentor de Jack Kerouac y Allen Ginsberg, destacó como uno de los principales referentes de la generación beat. Aunque sus estilos de escritura no tenían nada que ver entre sí, los tres compartían una desconexión con los valores imperantes en Estados Unidos después de la Segunda Guerra Mundial y se veían a sí mismos como parias en una cultura hostil, vates de un apocalipsis inminente. Cada uno de ellos escribió una obra revolucionaria de valor perdurable (El almuerzo desnudo, En el camino y Aullido) en la que expresaron sus viscerales respuestas a los trastornos de la época. Como heroinómano, homosexual, anarquista y criminal, Burroughs se sentía asfixiado en su patria y optó por el exilio. Durante sus años de destierro, en el transcurso de los cuales residió en lugares tan distintos como México, Perú, Tánger, París o Londres, llevó a cabo un peregrinaje por la cuenca amazónica para estudiar los efectos de la ayahuasca, trabó relación estrecha con otros autores como Paul Bowles, Brian Gysin o Jean Genet, colaboró con el doctor Timothy Leary en sus estudios de la psilocibina, fue uno de los primeros investigadores serios de la cienciología y desarrolló técnicas multimedia de vanguardia que tendrían una influencia decisiva en decenas de escritores, músicos, artistas visuales y cineastas, de J. G. Ballard y William Gibson a Kathy Acker y Will Self, de David Bowie y Patti Smith a Throbbing Gristle y Ministry, de Robert Rauschenberg a Keith Haring, de Anthony Balch a David Cronenberg. Mientras tanto, su rupturista obra maestra, El almuerzo desnudo, sacudió de tal modo el panorama literario y social con sus detalladas y escatológicas escenas de drogadicción y perversión sexual que fue secuestrada y llevada a juicio, desembocando en un decisivo fallo del Tribunal Supremo que prácticamente acabó con la censura literaria en Estados Unidos.
Aunque figura repudiable para muchos, Burroughs también ha sido un referente para varias generaciones de la contracultura más contestataria, gran parte de la cual contribuyó a fomentar mediante sus pioneras y por momentos disparatadas exploraciones de los abismos del terror y la degradación de la psique y la existencia humana. Ted Morgan, ganador del premio Pulitzer, retrata en esta biografía todas las facetas de uno de los artistas más ensalzados y polémicos del siglo XX, un genio excéntrico, contradictorio y temerario cuya historia es por momentos tan extraña como su ficción. De hecho, en muchos aspectos es posible que su mejor obra fuera su propia vida, y Forajido literario es un viaje alucinante al corazón de la misma.
«Crónica creíble de una vida increíble que bien podría leerse como un drama picaresco repleto de personajes disparatados. La pluma de Morgan es afilada y nos muestra el corazón aún palpitante de su biografiado».
— Mark Dery, Chicago Tribune
«William Burroughs es una de las referencias principales en mi trayectoria artística. Aunque he leído todos sus libros, sin duda mi favorito es esta biografía. Se la recomiendo especialmente a sus detractores».
— Miguel Ángel Martín, autor de Brian the Brain
«Mi biografía favorita de Burroughs. Una lectura genuinamente placentera, pero al mismo tiempo todo lo documentada e informativa que uno podría desear».
— David S. Willis, autor de Scientologist! William S. Burroughs and the «Weird Cult»
«Es divertida, es exhaustiva. Está escrita con perspicacia, lucidez y elegancia. Y es ecuánime».
— Paul Theroux, autor de La costa de los mosquitos
«Una lectura esencial para cualquiera interesado en Burroughs».
— Library Journal