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D. H. Lawrence

David Herbert Lawrence nació el 11 de septiembre de 1885 en Eastwood, en plena cuenca minera de Nottinghamshire, Inglaterra, cuarto hijo de un minero semianalfabeto y de una antigua maestra de escuela. En 1908, tras haber terminado sus estudios en el University College de Nottingham, se trasladó a Londres para ocupar una plaza de maestro en la Davidson Road School de Croydon. Fue entonces cuando sus primeros escritos llamaron la atención de Ford Madox Ford, que le apadrinó desde las páginas de su revista The English Review y le ayudo a publicar su primera novela, El pavo real blanco, en 1910. Ese mismo año moría su madre, con la que Lawrence había mantenido una relación sumamente estrecha. La pena por su fallecimiento dejó al escritor incapacitado durante varios meses y marcó un punto de inflexión en su vida que posteriormente analizaría en su novela autobiográfica Hijos y amantes, de 1913. Entre medias, publicó El transgresor y conoció, en marzo de 1912, a Frieda Weekly, la esposa alemana de su antiguo profesor de idiomas en el University College. Frieda, seis años mayor que Lawrence y madre de tres hijos, se fugó con el escritor, llevándolo a casa de sus padres en Metz, donde Lawrence sería arrestado por las autoridades alemanas acusado de ser un espía. Afortunadamente, el padre de Frieda, el barón Friedrich Ernst Emil Ludwig von Richthofen, intervino en su favor y fue liberado.
Tras una breve estancia en Munich, Lawrence y Frieda cruzaron los Alpes rumbo a Italia, experiencia reflejada en el libro de viajes Crepúsculo en Italia. En el pequeño pueblo de Fiascherino, Lawrence empezó a escribir dos de sus más célebres novelas: El arco iris y Mujeres enamoradas, hasta que Frieda obtuvo el divorcio de su esposo y la pareja pudo regresar a Inglaterra, poco antes del estallido de la Segunda Guerra Mundial. Las manifestaciones antimilitaristas de Lawrence le granjearon no pocas antipatías entre sus paisanos y en 1915 una investigación desencadenada por la supuesta obscenidad de El arco iris provocó su retirada de las librerías. La pareja se mudó a Cornualles, donde fueron acusados de espionaje, esta vez por las autoridades británicas. Obligado a desplazarse continuamente y hundido en la miseria, el escritor contrajo una gripe que a punto estuvo de acabar con él.
Harto de tanta persecución, Lawrence decidió abandonar Inglaterra para iniciar un largo periplo que le llevaría hasta Australia, Italia, Ceilán, Estados Unidos, México y Francia. Sólo regresaría a su país de origen en dos únicas y breves ocasiones más. Su experiencia viajera marcaría un punto y aparte en su prosa, perfectamente evidente no sólo en sus obras de no ficción, como El mar y Cerdeña o Mañanas en México, sino también en novelas como La serpiente emplumada, La chica perdida, Canguro o El zorro.
En 1925, un grave ataque de tuberculosis le obligó a regresar a Europa. Recogido en una finca cercana a Florencia, se dedicó a la redacción de su última gran novela, El amante de Lady Chatterley, de la que acabaría escribiendo no menos de tres versiones. Publicada inicialmente de manera privada en Florencia en 1928, esta obra incrementaría notablemente su notoriedad y se convertiría en una de las más pirateadas del momento. Censurada en Gran Bretaña durante décadas, Lady Chatterley sería además protagonista de un célebre juicio que marcaría un antes y un después en las leyes sobre la obscenidad de aquel país.
A pesar de su salud cada vez más endeble, Lawrence siguió escribiendo y viajando por Europa, falleciendo finalmente el 2 de marzo de 1930 en Vence, Francia.